viernes, 19 de septiembre de 2008

UN VIAJE POR EL MEDITERRÁNEO

El día martes 30 de julio de 2007, salí de viaje con unas amigas en dirección a Barcelona. Salimos a las cuatro de la madrugada desde mi pueblo, Pedro Muñoz, y realizamos un largo viaje, de unos 600km. Tardamos en llegar al puerto de Barcelona aproximadamente siete horas y media con paradas incluidas.

A las once y media de la mañana llegamos a Barcelona, y enseguida fuimos a coger el crucero que nos esperaba.

Pronto nos pusimos cómodas, y a las doce de la mañana comenzó nuestro viaje en barco por el Mediterráneo.

La primera ciudad que visitamos fue una de las más bonitas de Italia: “Venecia, la ciudad de los canales

Cuando bajamos del barco, nos dirigimos a la famosa plaza de San Marcos, y allí visitamos el palacio Ducal, un edificio gótico, situados en el extremo oriental de la plaza. La planta baja y el piso principal tiene una galería o pórtico, más arriba, el muro liso, con solo grandes ventanales. Presenta una decoración de tablero de mármol rosado y blanco. El pórtico de la planta baja se apoya en treinta y seis columnas con ricos capitales decorados. Después de ver el palacio nos fuimos a dar un paseo en barca por el Gran canal de Venecia, y desde aquí vimos el puente de Rialto, que es posiblemente el puente más famoso de la ciudad. Fue lo que más me gustó de toda nuestra visita. Además de esto también fuimos a ver la Basílica de San Marcos, que es el principal templo católico de Venecia. Es de influencia Bizantina y esta, es como una continuación del palacio Ducal. Tiene cinco puertas, todas ellas muy decoradas con esculturas, mármoles… La puerta central era de bronce. En su interior la decoración cobra mucho protagonismo, había numerosos mosaicos. Tiene planta de cruz griega y cinco cúpulas.

Después de ver tan maravillosos monumentos regresamos al barco para continuar nuestro viaje. Durante toda la noche estuvimos descansando en nuestros camarotes y a la mañana siguiente, aproximadamente a las nueve de la mañana, nos

levantamos para desayunar en la cubierta mientras veíamos las olas y el mar. Una o dos horas

después llegamos a Grecia, y nos detuvimos en la isla de Creta. Allí pudimos observar muchos templos, acrópolis y lo que más me llamó la tención de esta ciudad no fueron los monumentos, ni las esculturas, sino las costumbres de sus habitantes. Aquí, pudimos visitar el museo arqueológico de Heraclion, y el monasterio de Toplou.

No permanecimos mucho tiempo en esta isla, a las seis de la tarde estabamos de nuevo

de camino. A las diez de la noche llegamos al puerto de Estambul, aunque solo sería para que la tripulación descansara unas horas, después reemprenderíamos el viaje. Nosotras aprovechamos que era la hora de cenar para ir a un restaurante de la ciudad cercano al pueblo que habíamos visto. Está claro que la gastronomía de Turquía es muy diferente a la nuestra, y un poco rara, aunque todo estaba buenísimo. Pudimos comer “Yoglurty kebap,

que eran pinchitos de carne sobre pan tostado con una salsa de tomate y yogurt. También comimos Kazan kebabi, que eran albóndigas de carne picada con cebolla, berenjenas, ajo

yogurt. Y por último el postre, lo más rico por supuesto, que era baklava, trozos de hojaldre compuesto por pistachos y almíbar. Por último el camarero nos recomendó que pidiéramos lokum que eran delicias turcas, como una especie de pastelillos. Después de cenar como reinas, volvimos al barco. Después de estar toda la noche navegando, paramos por la tarde, sobre las cinco en Alejandría (Egipto). La verdad es que no pudimos ver mucho en esta ciudad, era todo muy rudimentario en comparación con nuestro país, las calles no estaban asfaltadas… Estábamos bastante aburridas así que regresamos al barco, donde estuvimos hablando durante un largo rato, hasta que llegó la hora de la cena.

Nuestra siguiente y última parada sería Túnez. Llegamos a esta ciudad aproximadamente

a las dos y media de la tarde, y enseguida fuimos a ver la catedral de Túnez, el Ribat de Monastir, el museo del Bardo, las ruinas de Catargo… La verdad es que Túnez no fue nada apasionante, se podría decir que Túnez es casi un desierto, pero después de todo

no estuvo tan mal. A las ocho y media subimos al barco y a la mañana siguiente nos encontrábamos en Barcelona de regreso.

Como llegamos muy cansadas del viaje, decidimos quedarnos una noche en Barcelona y a la mañana siguiente volveríamos a Pedro Muñoz. Durante toda la mañana estuvimos descansando en el hotel, después nos fuimos a ver la Catedral de la Sagrada Familia de

Gaudí, después fuimos a la Barceloneta… Y como era de día y hacía muy buen tiempo no se nos ocurrió otra cosa que ir a la playa. Después de un rato volvimos al hotel, y a la mañana siguiente amanecimos muy relajadas y de vuelta a Pedro Muñoz, después de nueve días de vacaciones, que fueron apasionantes, donde conocimos muchas otras culturas, vimos muchos edificios, monumentos, esculturas, museos… Y aquí termina mi viaje.

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